El proyecto europeo Battery2Life sigue avanzando con un nuevo hito, la creación de una herramienta que permite analizar el estado y la viabilidad de las baterías al final de su primera vida útil. Esta herramienta combina análisis técnicos y económicos para evaluar de forma precisa si una batería puede ser reutilizada, así como dimensionar el sistema de segunda vida en función de las necesidades energéticas del nuevo entorno. Además, se han implementado sistemas inteligentes que permiten predecir cuánto tiempo podrán seguir funcionando estas baterías en su segundo uso.

Estos modelos, alojados en la nube, contribuyen a la fiabilidad del sistema, facilitando tareas como el mantenimiento preventivo o la planificación de su sustitución. Este desarrollo ha sido llevado a cabo por Cidetec Energy Storage, que ha completado importantes avances en el desarrollo de herramientas clave para alargar la vida útil de las baterías de vehículos eléctricos, promoviendo su reutilización en aplicaciones estacionarias y promoviendo un modelo energético más sostenible.
Por otro lado, Cidetec Energy Storage ha desarrollado métodos de detección temprana de fenómenos de riesgo, mejorando la seguridad de estos sistemas reutilizados. Entre ellos destacan tecnologías como la espectroscopía de impedancia electroquímica (EIS), que permite monitorizar estados críticos como el riesgo de runaway térmico o la deposición de litio metálico. También se plantean enfoques alternativos basados en modelos preventivos cuando no se dispone de sistemas EIS.
Evaluación y clasificación de baterías
Asimismo, se ha definido una metodología de evaluación y clasificación de baterías que permite agrupar unidades con características similares, optimizando su selección para un segundo uso. Este proceso incluye ensayos de laboratorio y postprocesado de datos que será integrado en las herramientas desarrolladas por el proyecto para la evaluación y reutilización de sistemas de fin de primera vida.
Battery2Life avanza para resolver algunos de los principales retos del uso de baterías de segunda vida, desde el desmontaje y la evaluación de su estado hasta su reconfiguración y reutilización en nuevas aplicaciones. Todo ello en un contexto en el que se prevé que, para 2030, más de 5 millones de toneladas de baterías de vehículos eléctricos podrían alcanzar el final de su vida útil, con una capacidad remanente media del 70-80%.