El almacenamiento energético consiste en conservar energía generada sobrante para liberarla cuando se requiera en la misma manera en que se almacenó o en otra forma diferente. Existen diferentes métodos de almacenar energía a lo largo de la cadena de suministro en las smart grids: a gran escala: con hidroeléctrica reversible y almacenamiento térmico; almacenamiento en redes: con pilas y baterías, condensadores y superconductores, así como volantes de inercia; y a nivel del consumidor final: con baterías, superconductores y volantes de inercia.

El desarrollo de las tecnologías de almacenamiento de energía es fundamental para las redes eléctricas inteligentes del futuro, se convierte en un pilar clave de la transición energética, ya que permite flexibilizar la producción de energías renovables y garantizar su integración en el sistema energético. Permite el aplanamiento de la curva de demanda, ayuda a conseguir la autosuficiencia energética y dota al sistema eléctrico de una mayor eficiencia y seguridad.