El Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea ha publicado un informe que analiza cómo la reciente Ley de Inteligencia Artificial (IA) de la Unión Europea está transformando las operaciones de los Operadores de Sistemas de Distribución (DSO) en el sector energético. Este estudio ofrece una primera visión general de la implementación de la normativa y de los desafíos que enfrentan los DSO en su aplicación, a la vez que identifica áreas de mejora y oportunidades para una adopción responsable de la IA.

Según el informe ‘Cómo la IA está cambiando las redes eléctricas de la UE: el impacto de la Ley de IA’, el 90% de los DSO europeos conocen la Ley de IA, reflejando un alto grado de compromiso con la regulación. No obstante, persisten dificultades en la interpretación de conceptos clave, como los roles de ‘implementador’ o ‘proveedor’, así como en la certificación de sistemas.
La normativa europea clasifica los sistemas de IA según su nivel de riesgo, desde los prohibidos hasta los de riesgo mínimo, poniendo especial énfasis en la transparencia, la seguridad y la gobernanza de los datos.
Aplicaciones de la IA en la gestión energética
En cuanto al uso de la IA en la gestión energética, los DSO aplican estas tecnologías principalmente en la previsión de demanda, el mantenimiento predictivo, la detección de fraude y la atención al cliente. Según el informe, se utilizan algoritmos diversos, como redes neuronales, aprendizaje profundo y sistemas expertos, que integran datos históricos, mediciones de red y sensores IoT.
Los operadores destacan que la IA contribuye a mejorar la eficiencia operativa y la planificación de la red, aunque señalan que la supervisión humana sigue siendo imprescindible para validar las decisiones automatizadas.
Impacto en eficiencia energética y sostenibilidad
El impacto de la IA en eficiencia energética y sostenibilidad es otro aspecto relevante del informe. Alrededor del 70% de los DSO emplean estas tecnologías para optimizar el consumo energético y facilitar la integración de energías renovables, mejorar la flexibilidad de la red y gestionar la interacción con los prosumidores. Sin embargo, la evaluación del impacto ambiental todavía es limitada, dado el carácter experimental de muchos proyectos. La gobernanza y la transparencia varían según la madurez de cada operador, con algunos manteniendo registros detallados y otros con prácticas más incipientes, lo que podría afectar la confianza y el cumplimiento normativo.
En materia de ética, el informe subraya la escasez de códigos de conducta específicos sobre IA. Para garantizar la seguridad y la responsabilidad en la implementación, los DSO recurren a pruebas piloto, revisiones internas y colaboraciones con consultores externos.
El JRC concluye que, aunque los beneficios de la IA en eficiencia y sostenibilidad son evidentes, los DSO enfrentan desafíos importantes en materia de regulación, gestión ambiental y aspectos sociales como la privacidad. El informe recomienda reforzar la formación, ofrecer directrices claras y promover programas de apoyo que faciliten la adopción responsable de la IA. Asimismo, se enfatiza la necesidad de fomentar la transparencia, la colaboración y las mejores prácticas para que la IA se convierta en un motor de transición energética segura, eficiente y ética en la Unión Europea.