Informe sobre soluciones y estrategias de redes eléctricas para un futuro de energía limpia

La sociedad de clasificación DNV GL ha publicado su nuevo informe ‘Transition Faster Together: Soluciones, estrategias y políticas de redes eléctricas para un futuro de energía limpia‘, el segundo informe de la serie ‘Transition Faster’, que describe los cambios necesarios en el sector de la red eléctrica para reducir las emisiones de CO2 de acuerdo con el Acuerdo Climático de París. Las áreas de enfoque incluyen: nuevos modelos comerciales, el auge de las súper redes, medidas de política, inversiones en redes y respuesta al desafío COVID-19.

El informe describe cómo las redes eléctricas pueden respaldar el esfuerzo global para acelerar la transición energética.

A medida que aumenta la dependencia de la energía renovable, se requiere modernizar los sistemas de energía para garantizar operaciones confiables y rentables. La interoperabilidad insuficiente entre sistemas y tecnologías, la falta de colaboración entre las partes interesadas de la industria y la mentalidad requerida son solo algunos de los desafíos que, según el documento, deben superarse.

Para abordar estos obstáculos, DNV GL ha definido en este informe medidas claves y áreas de enfoque para modelos comerciales, tecnologías, políticas y regulaciones e inversiones relevantes para las redes eléctricas.

Medidas para acelerar la transición energética

Con el objetivo de integrar más energías renovables, la publicación indica que los operadores de redes deberían incluir ciertas medidas para acelerar aún más la transición hacia un futuro con bajas emisiones de carbono. Entre estas medidas se encuentran la generación de energía híbrida para optimización, por ejemplo, calor y energía combinados o almacenamiento y generación de energía; el fortalecimiento de la ciberseguridad; y el desarrollo de las tecnologías, incluida la tecnología digital.

Las redes eléctricas deben modernizarse masivamente para hacer frente a la integración de las energías renovables, al tiempo que se garantiza la confiabilidad y la estabilidad del sistema eléctrico. Para garantizar una transición más rápida, la implementación de nuevas tecnologías es fundamental, subrayan los autores del informe. Deberán aumentar las súper redes: transmisión de energía a larga distancia basada en HVDC y cables de alto voltaje, incluidos cables para transmisión en tierra a larga distancia.

Políticas energéticas

Por otro lado, el informe establece que un sistema más descentralizado impulsará la necesidad de niveles más altos de regulación para definir roles e interfaces entre los jugadores. Actualmente, la política energética está muy localizada y politizada y las condiciones marco que cambian rápidamente no son buenas para las grandes inversiones en la industria energética con el temor de inversiones estancadas.

Según la publicación, los formuladores de políticas pueden ayudar a definir los objetivos climáticos más desafiantes y los escenarios energéticos a largo plazo apropiados. Luego, estos pueden implementarse en un marco regulatorio para garantizar que se cumplan los objetivos de confiabilidad y sostenibilidad basados en modelos y condiciones de mercado que funcionen.

Inversiones

Las reducciones de costos en las energías renovables están provocando la desaparición de los subsidios y la caída de los ingresos para todo tipo de generación. A pesar de una caída en la inversión en la red en algunos países, los operadores de red de todo el mundo se centran continuamente en invertir en la integración de energías renovables, la modernización de la red, la mejora de la resiliencia y la transformación digital. Los desafíos y oportunidades de inversión serán diferentes para cada país, dependiendo de los sistemas energéticos individuales, los entornos regulatorios, la combinación de generación y las necesidades de desarrollo.

El impacto en las inversiones en la red será mayor en los países en desarrollo, ya que la mayor parte de la inversión en redes está financiada por empresas de servicios públicos que estaban en una posición financiera débil antes de la actual crisis de COVID-19, y probablemente empeorará, impulsada por más limitaciones, capacidad fiscal de los gobiernos y mayores costos de financiamiento a medida que aumentan los riesgos soberanos.

 
 
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